Lo único, lo único, y esto explicaba mi paso lento, era ese maldito tirón en el gemelo de mi pierna izquierda, que me torturaba y avejentaba como diez años desde mi sábado matinal del tenis tres días antes. Me apenaba ver mi imagen reflejada en las vidrieras, parecía un viejo ochentoso azotado por algún ACV. Micropasos tiesos para evitar dolores, un viaje de tres cuadras que me llevó 15 minutos.
Cuando por fin llegué a destino, qué placer, allí estaban, una en punto, el Beto pero también el Pote, ¡aleluyas especiales por el Stöcker! Por suerte le mandé mensajes a su Cisne, hablo de María la ecuatoriana. "Tengo un poco de fiaca para ir al almuerzo", dijo Jorge Sergio a media mañana. Las palabras exactas de su Cisne no las tengo, pero no traiciono su sentido si las resumo en: "Te mato si no vas, ya le dije a Huergo que ibas". "Bueno", dijo él, acostumbrado a la obediencia debida que es propia de nuestro género, "creo que voy a ir en auto". Ya saben, eso de Juan B. Justo al 1000 no es precisamente a la vuelta de la esquina. "Te mato si vas en auto", dijo el Cisne, que jamás te renovaron el registro". "Pero tengo el registro ecuatoriano", dijo el Pote, inútil estertor porque sabía que órdenes son órdenes.
¡Qué bueno que estuviste, Pote! Fuiste uno de los motivos por los cuales fui feliz en nuestro almuerzo.
Aproveché para preguntarle al Beto por mi maldito tirón, yo sabía que no era desgarro, ecografía mediante. "Quizás se trate de una contractura, se arregla con masajes", dijo el experto en extremidades inferiores. "Me encantaría conocer la masajista adecuada para el caso", contesté en seguida, sin filtro.
Hablando de Beto, les comento que parecía abrigado como si estuviera en la Base Marambio y no en la templada y agradable sala de almuerzo de La Raya. "Estoy por viajar a ... y tengo que recuperarme pronto del resfrío", contestó. Yo pensé lo que le hubiera dicho mi Bruja personal, que es media médica: "Lo peor que podés hacer es abrigarte de más". Cuando Beto me habló del viaje de ese tren, se llama Al Andalus, que se toma en Sevilla y hace de hotel recorriendo todas esas ciudades de Andalucía, un día y noche por cada una, seguro que mi pelo se volvió tiñoso. ¡Sana envidia! Va la imagen que pueden ampliar con clic.
Tren de lujo Al Andalus. ¡Si la envidia fuera tiña...! |
Ya a esa altura había llegado Zapiola Macnab, el ex Mudo. Escocés que demostró que sabe y mucho de esas tierras. "Yo tomé un auto de Edimburgo a Glasgow y visité a mitad camino el lugar donde está el cementerio de los Macnab".
https://en.wikipedia.org/wiki/Clan_Macnab |
Y buscando un poco más encuentro más información del clan MacNab, clic abajo a la derecha.
http://www.perthshire-scotland.co.uk/clans-macnab.htm |
"¿Puede haber algo más espantoso que los chirridos de las gaitas?", pregunté yo, otra vez sin filtro.
"Bien tocadas pueden resultar algo fuera de serie", contestó el escocés total, MacNab. No crean que lo escribo mal, es así según mis recientes descubrimientos.
A esa altura ya había llegado Richard, así lo llama Grace. Para mí una sorpresa porque no había recibido el habitual emilio de Su Gracia informando si venía o no. En cuanto apareció se convirtió en coprotagonista de todas las conversaciones. El joven Villegas Coll dijo "Unos conocidos míos tuvieron un accidente terrible con el auto que alquilaron en Europa. Estuvieron internados unos pocos días y el chiste les salió hasta ahora más de ciento cincuenta mil dólares. Aunque tenían Assist Card y todas esas cosas". Allí el Memorioso dijo que era fundamental tener el máximo posible de Assist Card. "Pero además", siguió nuestro benjamín, "todavía no saben cuánto les va a salir lo el auto, no tenían el registro de conducir internacional, por lo que el seguro no te cubre". "Es absolutamente fundamental tener el registro internacional, lo conseguís en diez minutos en el Automóvil Club", sentenció Ricardo. Algo de lo que yo tomé nota, no tenía ni idea.
"Yo ya no manejo más, no tengo registro", dijo el abrigado Beto, o ese es mi recuerdo. "Imposible que consiga el internacional, si no me dan más el argentino", dijo el Pote, "cuando dije que tomaba insulina se convencieron de que no me darían el registro". A la tercera vez que se escuchó la palabra "insulina" el joven Villegas Coll se levantó como un resorte: "¡Me olvidaba! ¡Tengo que aplicarme la dosis ya mismo!". Estas enfermedades azotan hasta al más pendex, ¡qué falta de respeto!
A todo esto había llegado el séptimo, el Juanca Laurens, quizás un poco tarde, me pareció quizás algo preocupado, y quizás se fue un poco temprano, ni tiempo tuve de preguntarle si quizás lo preocupaba algún problema. "Mi problema en mi viaje fue cuando fui a pagar con la Master Card, ¡operación rechazada! Insistí una vez más: ¡operación rechazada! No la tercera, por supuesto, te dan de baja la tarjeta. Cuando llamé a Master Card me dijeron que no había avisado que viajaría y que debía informar los países que visitaría". Alguien opinó en seguida: "Fundamental avisar a la tarjeta de crédito a dónde vas a usar la tarjeta cuando salís de viaje". Era el Memorioso, claro.
Alguien anunciado, Alberto Culaciati, no apareció. ¡Ojalá estés bien, Aviador! El Chus hubiera venido pero le sacaron un tarascón demasiado grande de la garganta para hacerle una biopsia, que salió perfecta, pero ahora todavía le duele la herida y sólo come la sopita. ¡Mejorate para la próxima, tocayo! El Funcionario está haciendo patria, ¡no, perdón, me equivoqué de palabra!, se está rompiendo el alma para ayudar al gobierno y al país. Ojalá te salga bien, necesitamos unos cuantos milagros. Por suerte te vas en pocos días a Tierra Santa con Margarita, en un grupo de peregrinaje que también la incluye a Stella Fornieles. ¡Pásenla bien! El Atilio, ¡oh milagro!, esta vez no vino porque estaba de viaje. Un alegrón saber que a veces te tomás un descanso de cerámica roja y me imagino que estarás sin corbata, esperamos foto certificada que lo demuestre. Antonio el Santo me comentó que la acompañaba ese día a Magdalena en un análisis importante, ¡mucha suerte con eso, Monseñor! El Almirante y Eduardo el Lindo informaron su no en forma escueta. El César sabemos que viene los miércoles... Corrijo, sabemos que podría venir los miércoles. Cambiamos de martes a miércoles para que nos acompañe más seguido pero hasta ahora vino uno de los miércoles, el primero. Esperamos que vengas al próximo, que será en miércoles, el 18 de octubre.
El Mono, que estaba en Buenos Aires con turno de quimio, llamó a mi celular: "¡No puedo acompañarlos, prisionero en el hotel, colitis terrible, del baño a la cama, de la cama al baño, abrazos a todos...!".
Ah, me olvidaba. El YO dice que sólo va a venir los miércoles, que así fue votado. El Solísimo dice que en miércoles en general nunca va a poder venir, que le viene mejor en martes. No hay comedido que salga bien parado, no hay caso. Fue en martes y Escalada ni siquiera dio parte de ausente y por su parte Romero Morra tampoco vino ni dio razones.
Hablamos de millones de cosas más. "¿Qué pasa con los campos inundados?", pregunté. "Depende de la pendiente", dijo uno, "De cuanta sal tenga el agua", dijo otro. "Por suerte en mis campos inundados la pendiente es buena", dijo Beto. "En Corrientes, en una semana llovió más que lo usual en todo un año", dijo Pizutti.
El Pote, gracias en gran medida a su abuela alemana, habla alemán desde su más tierna infancia. Recordamos con desamor a Cevasco, o como se escriba. Qué desastroso el inglés del Champagnat. Recordamos con amor al Sulpicio, qué suerte tuvimos en aprender un respetable francés con él.
Hablamos una vez más del Papa y recuerdo bien los tiempos en que algunos la tenían clara y otros peleaban con sus dudas. A esta altura, para los siete argentinos que estaban en esa mesa sentados, no había la menor duda. Prefiero no expresarlo aquí con todas las palabras proferidas, Ricardo me tildaría de pecador. Pero ya saben mi opinión, Jorge Bergoglio nos ha hecho un daño inmenso a los argentinos y a los católicos en particular. Y parece no conformarse nunca, con sus fotos, invitaciones y rosarios.
Es un placer inmenso juntarnos. Además de divertirnos, aprendemos cosas nuevas de nosotros. No vino Antonio el Joven, pero igual nos divertimos. Tampoco vino el YO. Nos dimos cuenta al pagar la cuenta. Apenas una botella de vino, miserables $300.
El siete es un número mágico, la pasamos muy pero muy bien.
Un abrazo a todos!!
Hernán
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