18/07/2017: La Raya: ¡De pronto dejó de ser un tête à tête!

Hay quienes no pueden venir los miércoles, no sólo el Solísimo. Hay quienes no pueden venir los martes, no sólo el César. Así que preguntado el rey, su respuesta fue predecible: ¿Por qué no alternan?, un mes martes, el siguiente miércoles. ¡Gracias, Salomón!

Así que la convocatoria fue esta vez para miércoles. Un éxito total al mismo tiempo que extraño. Porque fuimos ocho esta vez y nos trenzamos en conversaciones intensas en cuatro grupos de dos. Y, créase o no, todos y cada uno estábamos ensimismados, toda la atención copada por el vecino.

El Joe fue tête à tête con el Mono
El Solísimo con el Navegante
Freddy fue tête à tête con el Mudo
El Cronista y el Almirante no paraban de hablar
Juanca avisó sobre la hora su demora en un banco, una escritura, que no podría venir. Todavía queda gente pudiente en nuestras huestes. El Monseñor sigue haciéndonos la pera. En cualquier momento vamos a mandarle una carta abierta a tu Magdalena para que te firme los permisos de salida. Hubiéramos querido tenerlo entre nosotros al Pote, nuestro Decano. ¡Era su cumpleaños! Pero estamos pasando un período de incomunicación total con él. Del Aviador ni hablar; un desaparecido total; vaya uno a saber en qué continente está por estos días; esperemos que recuperado de sus tristezas. El Memorioso dio su parte a través de su Gracia. Es el único de nosotros que cuenta con secretaria cibernética. En el campo por estos días. No sigo la lista, sólo desearle al Chus que siga cada día mejor y recordarle a Octavio que esperamos verlo en próximos almuerzos, en La Raya o donde sea.

Antes de que comenzaran los tête à tête, tuve la suerte de hacer algunos reportajes en video. Una magia que permite esta cosa que se llama Blog y que sigo aprendiendo cada día.

El primer reportaje fue el del Mudo, que nos habló del cirujano:



Siguió el Solísimo...



Y el tercero fue el Navegante...



Como a la media hora se hizo patente la ausencia del YO. ¡Nadie había pedido el vino! Apareció el Estiba Malbec y continuamos en nuestras conversaciones de a dos.

O las conversaciones se fueron agotando, o fue Antonio el Joven, o fuimos todos. Ya ni me acuerdo el tema por el que brindamos y por suerte no hablamos ni una palabra de política, hablo cuando de pronto pasamos a ser un grupo. 

El Almirante tiró la idea impiadosa e improbable de salir a una excursión en el Potenza con señoras incluidas. El Navegante avisó que todo bien, pero máximo 12 personas. Una idea lejana pero quién les dice, quizás algunos se animen y algunas acompañen. 

Lo que pasó de pronto, el Alemán no me ayuda a saber cómo salió el tema, fue que cuando yo dije que había escrito una obra de teatro, todos pasaron en forma unánime a escuchar la historia, que allí va.

La cosa empezó cuando OMINT ofrecía a sus socios clases de teatro. Yo había decidido por entonces un año sabático -era 2009- interrumpiendo mis Talleres Literarios -que arranqué en 2002- y decidí ir. El primer martes 15 horas que fui, la profesora, Jessica, una niña agradable  de veintitantos, me dijo que éramos dos, Pedro y yo, aunque ese día el otro alumno había avisado que no iba. A la semana siguiente Pedro apareció, alguien de mi edad. Por unas dos o tres semanas aprendíamos movimientos, mímicas, pasos de no sé qué, nociones de Stanislavsky, que como muchos saben es autor del método de teatro más aceptado a nivel mundial, etc., etc. A la tercera semana Jessica apareció con una obra de Griselda Gambaro, Decir sí

-Tienen que aprender esta obra, la van a interpretar aquí en OMINT a fin de año.

Se trataba de una obra para dos personas, un peluquero y su cliente. Apta para los dos alumnos que tenía Jessica. El problema fue que a la semana siguiente apareció otra persona para sumarse al curso: una mujer, más veterana que ambos veteranos. Jessica se puso pálida.

-No te preocupes -le dije yo, caradura-, yo adapto la obra para dos hombres y una mujer.

Me miró con cara entre asombrada y escéptica pero no me frenó. Empecé a trabajar. En una semana ya tenía algo escrito, aunque nada que ver con la obra original, salvo que había un peluquero y un cliente. El tercer personaje era la mujer del cliente. El problema fue que apareció una cuarta persona: otra mujer. Ésta un poco menos veterana. Otra vez se puso pálida Jessica y  por supuesto dije al toque:

-No te preocupes, yo adapto la obra para dos hombres y dos mujeres.

Así escribí La esencia es la sorpresa (hacen clic para leerla) que traje a la semana siguiente, a Jessica le encantó, y empezamos todos a memorizar y a ensayar, semana tras semana.

La actuación sería en diciembre. Invité a mi mujer, a mis hijos, a mis hermanas y cuando le pregunté a Silvia a quién más invitar me dijo: "¡Yo creo que a nadie!".

La verdad es que nos divertimos muchísimo actuándola, el 17 de diciembre de 2009. El único problema fue una persona del público -que serían no mucho más que unas veinte personas- cuyas carcajadas a veces tapaban nuestras palabras, a veces nos distraían. Era Silvia, mi mujer.

Les paso algunas fotos rotativas de la obra. Clic para ampliarlas. En algunas se la ve a Silvia en un espejo, riéndose.






Cuando el año sabático terminó, volví a los Talleres Literarios. Para mi sorpresa, una experta en teatro que conocí como Informática me la pidió y opinó que era muy buena! En fin, colorín colorado, quedé feliz con toda la experiencia. 

Young, Zapiola y Zavaleta. Los tres últimos de nuestra lista presentes. Merecían una foto.



La pasamos fenómeno, nos divertimos mucho. Le pedimos al mozo la foto que logró después de varios intentos.



Un placer total, la comida muy buena y abundante, y precio bien cuidado, $280!

Será hasta el miércoles 16 de agosto, si Dios y unos cuantos niños quieren.

Un abrazo a todos!

Hernán

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